Nail Polish
Pintarme las uñas es más que un simple hábito; es un momento especial en el que me siento femenina, hermosa y llena de vida. Cada pincelada de color sobre mis uñas me recuerda que la belleza está en los detalles, en esos pequeños gestos que nos hacen sentir únicas.
Mi día a día en el diseño es intenso. Mis manos son mis herramientas, creando accesorios, aplicaciones y piezas llenas de creatividad. Pero con cada proyecto, mis uñas sufren el desgaste: se quiebran, el esmalte se despinta y a veces se ven descuidadas. No me detengo a pensarlo mientras trabajo, porque mi enfoque está en crear. Sin embargo, cuando termino y miro mis manos, siento un pequeño vacío.
Es en ese momento cuando sé que necesito un respiro. Un viaje al salón de una uña se convierte en mi pequeño lujo personal, un instante de descanso en el que mis uñas vuelven a cobrar vida. La elección del color y el diseño es la parte más emocionante; es el momento en que imagino cómo quiero expresar mi estado de ánimo, mi personalidad, o incluso mis sueños.
Pintarme las uñas es más que un detalle estético. Es mi forma de cuidarme, de recordarme que aún sigo amándome a mí misma. Porque al final, no es solo el color en mis uñas lo que me hace sentir bien, sino la sensación de dedicarme tiempo, de mimarme, y de reafirmar que, sin importar el ritmo de vida, siempre hay un espacio para la belleza, la expresión personal y el amor propio.